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VIOLENCIA VISUAL HACIA LAS MUJERES

Parece que una mujer no puede estar sola en algún lugar público sentada tranquilamente leyendo un libro y menos si es mí­nimamente atractiva, pues llamaría más la atención de algún hombre o mujer que la quiera observar o poseerla con la mirada, al grado de llegar al extremo de no quitarle la mirada de encima y, si existe la oportunidad de cargar con una aparato fotográfico con un zoom que dé la posibilidad de acercarse a ella sin que ella lo note, pues así el vouyerista surge y se empodera. Los ojos nos permiten tocarla desde lejos a pesar de su desaprobación; el problema crece cuando el acoso visual se convierte en acoso físico y psicológico: habría que prohibir los anuncios publicitarios que venden dichos aparatos, sacarlos del mercado, no dejar solas a las mujeres, castrar a los vouyers, evitar escotes y minifaldas o educar a hombres y mujeres, desde pequeños, a respetar y reconocer el valor del otro como persona y no como un objeto que deba cazarse con un rifle fotográfico y poseerse como un trofeo. Si la educación es la solución, entonces ¿quién educará a los que tienen el poder de educar como los gobers preciosos, los padres Maciel o las Elba Esteres Gordillo?

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